Seguramente has visto alguna que otra edición del Tour de Francia y el esfuerzo titánico de los ciclistas para ascender al mítico Tourmalet.
No, tranquilo, no te vamos a proponer hacer lo mismo, sino más bien algo más cómodo, pero igual de emocionante: recorrer los puertos más importantes de los Pirineos franceses a lomos de tu moto.
Para esta ruta motera deberás, no obstante, ir bien preparado si la haces en otoño o, sobre todo, en invierno. El paisaje nevado merecerá sin duda la pena, pero el frío y las bajas temperaturas pueden chafarte la aventura si tu equipamiento no es el más adecuado.
Recuerda que actualmente hay toda una gama de prendas precisamente pensadas para los motoristas a los que les gusta pilotar también en invierno.
Antes de ponerte en camino y realizar una ruta tan exigente, repasa si tu vieja chaqueta aguanta una ruta más o es hora de comprar una nueva, si tienes guantes de invierno, si es necesario (ya te decimos que sí) llevar un impermeable o traje de agua extra o qué tipo de accesorios te vendrán mejor para combatir el frío (camisetas o pantalones térmicos, bragas, sotocascos, cubrepiernas, etc).
¡Ah! Indispensable también que, antes de partir, te informes de cómo está la situación meteorológica porque puedes llevarte la desagradable sorpresa de encontrarte más de un puerto cerrado por nieve o niebla.
Realiza tu consulta 24 horas antes. El tiempo por allí arriba puede ser muy cambiante, así que no confíes en las predicciones a 15 o 7 días.
Para cerrar el capítulo de recomendaciones, no olvides por nada del mundo que en Francia es obligatorio para los motoristas llevar un chaleco reflectante en algún compartimento de la moto, además del uso de guantes homologados para piloto y acompañante.
La ruta que te proponemos hoy está situada en la región Midi-Pyrénées y te llevará del puerto del Soulor (Altos Pirineos) al puerto de Marmare (Ariège). El recorrido tiene una distancia de 386 kilómetros y un desnivel medio de 748 metros.
Puedes optar por ascender y descender los puertos. Solo haciendo esto tienes curvas, diversión y vistas aseguradas sin olvidar que coronarás uno de los puertos míticos del Tour de Francia: el Tourmalet de 2.115 metros de altitud.
Sin embargo, hay rincones naturales y pequeños pueblos en los que sería una pena que no hicieses una parada, descansases y hasta pasases una noche para que te dé tiempo a visitar lo más destacado y probar algo de la gastronomía de la zona.
Vamos, que te pongas disfrutón, aunque esto suponga desviarte ligeramente de la ruta.
La primera parada que te proponemos es Pic du Midi, una cumbre accesible en teleférico desde la estación de esquí del Domaine du Tourmalet.
A casi 3.000 metros de altitud, descubrirás un observatorio astronómico, el museo más alto de Europa, así como una vista panorámica sobre la cordillera pirenaica que te dejará helado.
Ruta completa por los Pirineos franceses (Midi-Pyrénées)
De ahí, y tras haberte quitado la espinita de hacer el Tourmalet, aunque sea motorizado, no estaría nada mal que entrases en calor. Precisamente, uno de los atractivos de toda la Ocitania francesa son sus balnearios o ciudades termales. Uno de los más famosos está en Bagnères de Luchon.
Esta localidad también puede presumir de tener un buen número de impresionantes cascadas naturales como Cascade Sidonie, Cascade de Juzet o Cascade d’Enfer.
Hablando de cascadas y paisajes de esos en los que no podrás resistirte a hacerte un selfie, pásate por el Puente de España, un paraje natural situado en lo alto de otra estación termal, la de Cauterets.
Las tumultuosas y frías aguas de varias cascadas caen con fuerza bajo el arco de un pintoresco puente de piedra.
Otro de las vistas que no puedes perderte es el circo de Gavarnie. Es una gran muralla rocosa con tres gradas verticales con un desnivel de 1.500 metros entre el fondo del valle y los picos que lo rodean, casi todos con más de 3.000 metros de altura.
Estos picos están separados por pequeños glaciares y, en medio del circo, majestuosa, la Gran Cascada. Con sus 423 metros de caída, es la más alta de Europa.
Pueblos medievales de los Pirineos franceses
Junto a los puertos de montaña y la naturaleza en estado puro, la ruta no estaría completa si no te llevamos de nuevo a la civilización para enseñarte algunos pueblos en los que puedes parar a estirar las piernas, llenar el depósito y hacer algo de turismo que nunca está de más conocer sitios nuevos.
El primero de ellos es St-Bertrand-de-Comminges, un pueblo colgado, al que han bautizado popularmente como ‘Mont Saint-Michel tierra’ en alusión a la impresionante abadía de Sant Michel construida sobre un islote y rodeado del mar en Normandia.
Sustituye el mar por una extensión de campos verdes y altos montes y te harás una idea de dónde está ubicada la catedral de Ste-Marie.
Como en el caso de Sant Michel, el conjunto es mucho más que la joya arquitectónica, así que, aunque no vayas a entrar a ver la catedral , no dejes de ir.
Antigua ciudad romana fundada en el siglo I antes de Cristo, y parte del Camino de Santiago, St-Bertrand-de-Comminges alberga también un interesante rosario de callejuelas y casas medievales, aunque sin duda lo que atrae todas las miradas es la ya nombrada catedral gótica y la basílica románica de Saint-Just-de-Valcabrère del sigo XII. Ambas son Patrimonio de la Humanidad.
Otro de esos enclaves que parecen trasladarte de época nada más poner el pie es Foix. Capital de departamento de Ariège, Foix es famosa por su majestuoso castillo condal y sus bien conservadas calles medievales.
El último castillo que te aconsejamos no perderte es el de Montségur. Encaramado a más de 1.200 metros de altura en la montaña del Pog, sirvió de refugio a muchos cátaros perseguidos por la Inquisición. De hecho, fue testigo en 1244 de la tragedia del Prat dels Cremats (Prado de los Quemados), donde 225 cátaros perecieron en la hoguera tras negarse a abjurar de su fe.
Como habrás imaginado, a la fortaleza que rodea el castillo solo es posible acceder a pie. Tardarás más o menos media hora en llegar y, como recompensa, podrás ver los restos medievales que se conservan, además de una bonita panorámica de la ciudad de Montsegur y sus alrededores.