Niños y moto, lo que tienes que saber para llevarlos de forma segura

La moto es una de las soluciones a la congestión de tráfico de las ciudades españolas porque pueden realizar un trayecto urbano en un tiempo entre un 50% y un 70% inferior en comparación con otros medios de transporte, según datos de la Asociación de Empresas del Sector de Dos Ruedas (Anesdor). Y las entradas y las salidas de las escuelas son siempre horas punta de tráfico. Cada día más familias en nuestro país consideran seriamente la opción de usar la moto como vehículo de diario para evitar los atascos y ahorrar. Además, se preguntan si sus hijos o hijas pueden ir en ella como pasajeros. El Reglamento General de Circulación en su artículo 12 establece unos criterios muy claros para que un menor pueda montar en una motocicleta como acompañante y nosotros te los explicamos.

Ante todo, nuestra motocicleta o ciclomotor tiene que estar homologado para llevar pasajeros. Para verificarlo deberemos consultar el permiso de circulación del vehículo en su apartado S.1, que nos señala para cuántas plazas de asiento está homologado. Obviamente deberá indicar que es de dos plazas. En caso que nos indique que es sólo para una, no podremos llevar pasajeros. A pesar de esto, la ley de tráfico dice: “Los ciclos que, por construcción, no puedan ser ocupados por más de una persona podrán transportar, no obstante, cuando el conductor sea mayor de edad, un menor de hasta siete años en asiento adicional que habrá de ser homologado”. Pero es muy costoso y complicado homologar un asiento adicional en una moto para convertirla en biplaza.

En el caso de que nuestro ciclomotor o moto esté homologado para un conductor y un pasajero, éste tiene que ser mayor de 12 años. Además, tiene que utilizar casco de protección homologado –como es obvio-, tiene que viajar sentado a horcajadas y con los pies apoyados en los reposapiés laterales y tiene que ir sentado detrás del conductor. En ningún caso podrá situarse el pasajero en un lugar intermedio entre la persona que conduce y el manillar del ciclomotor o de la motocicleta.

También hay una excepción a este supuesto: si el vehículo lo conduce el padre, la madre, el tutor legal del menor o una persona mayor de edad autorizada por ellos, y el trayecto es para ir o venir de la escuela o de actividades extraescolares, el acompañante puede ser mayor de 7 años. También tendrán que utilizar casco homologado, claro está.

La normativa es muy insistente en que los niños alcancen los estribos. Esto es porqué son un punto de apoyo fundamental para que los chavales puedan mantener la estabilidad sobre el asiento cuando pasamos curvas o bien la moto acelera o frena. Un adulto compensa con la posición de su cuerpo los movimientos de la moto y se agarra o bien a las asideras o bien al piloto. Los niños no tienen ni fuerza ni habilidad para hacerlo. En este sentido, hay que resaltar que, por regla general, los niños no llegan con sus propias piernas hasta los reposapiés que montan de serie la mayoría de motos. Las deportivas llevan los estribos muy arriba y cerca del asiento –que suele ser estrechito e incómodo-, pero las demás motos no. Los scooter urbanos son especialmente difíciles para los más pequeños de la casa porque el acompañante tiene que poner los pies en la plataforma central, que se hace inalcanzable para los chavales. Para solucionar este inconveniente tenemos en el mercado dos opciones, o le instalamos a la moto unos reposapiés adicionales a la altura del crío, o unos alargadores de los originales; o nos decantamos por el asiento especial que fabrica la firma italiana GIVI.

El asiento GIVI S650 es el resultado de los estudios hechos por GIVI para encontrar una solución que fuera capaz de aumentar el nivel de seguridad de los niños sobre una moto. Se acopla fácilmente al sillín de la gran mayoría de las motos, especialmente scooters, gracias a unos anclajes que incorpora.

Está diseñado para sujetar muy bien al niño tanto lateralmente como por la espalda gracias al respaldo envolvente que impide que pueda desplazarse para atrás o resbalar a ambos lados. El propio cuerpo del conductor sujeta frontalmente al chaval.

El asiento no incorpora ningún cinturón (como los de las sillitas de bicicleta) porque, si se da el caso de una caída, es más seguro que el acompañante salga despedido. El GIVI S650 tiene unas cintas regulables en altura al estilo de los estribos de un jinete y que hacen la función de reposapiés. Gracias a ellos, los pies del niño van bien colocados en todo momento. Si el asiento de la moto es demasiado alto y no te alcanzan los anclajes, la marca sirve separadamente unos soportes adicionales más largos que permiten subsanar el problema en la mayoría de casos. Pero tendrás que valorarlo sobre la marcha.

Aparte de los reposapiés, la Ley de Tráfico señala otro elemento de protección como imprescindible para poder subir a los menores en la moto, el casco homologado y de talla adecuada. Es una temeridad y una ilegalidad ponerle a los niños el casco de un adulto para llevarlo en moto argumentado que sólo hacemos trayectos cortos o recreacionales, como sucede demasiado a menudo.

Usar un casco de un tamaño que no sea el adecuado puede aumentar el riesgo de lesión grave o incluso de muerte en caso de accidente. Al ser más grande, puede soltarse o desprenderse en el momento del siniestro o incrementar el efecto del golpe en la cabeza del niño.

El mercado nos ofrece una amplia gama de cascos infantiles o juniors para moto. Estos tienen las mismas características técnicas que los cascos para adultos y los mismos requerimientos de homologación. En una entrada anterior os explicamos cómo escoger un casco. Podéis extrapolar todo el artículo a los modelos infantiles. La principal diferencia de un casco infantil respecto de un adulto es su tamaño. Parece obvio, pero no lo es. La norma 22-05 exige que para homologar un casco para niños la calota debe ser más pequeña que la de adulto.

Para elegir la talla apropiada procederemos a medir con una cinta métrica el contorno de la cabeza del chaval a unos 2,5 cm por encima de sus cejas, y con la medida consultaremos las tallas de cada fabricante, puesto que en el segmento infantil las tallas no están estandarizadas del todo. Si la medida de la cabeza está entre dos tallas, pruébale primero la de mayor tamaño y luego la menor.

Para probarle un casco a un niño, abrid bien las correas y tirad de ellas para encajarle el casco en la cabeza, y aseguraos que la parte superior de su cabeza está en contacto con la parte inferior del casco. Luego comprobad que las almohadillas laterales están en contacto con sus mejillas y que no le queda espacio entre las cejas y la parte inferior del casco. Esto último lo veréis tratando de insertar un dedo dentro. Si veis que no le queda bien ajustado, probadle una talla menos. Otro manera de determinar si le ajusta el casco al niño es poner una mano en cada lado del casco y mientras el mantiene su cabeza lo más inmóvil posible, tratar de hacer girar el casco de izquierda a derecha, y luego de arriba abajo. Si notas que el casco se desliza per la cabeza del niño, significa que le va grande.

Revisa también el sistema de cierre ajustando tanto como sea posible las correas para cerrarlas sin que le hagan daño al niño. Posteriormente, y con el cierre atado, pon las manos en la parte trasera de casco y trata de quitárselo presionado hacia delante. A continuación, pon las manos en la parte frontal del casco, por encima de la visera, y trata de quitárselo haciendo presión hacia atrás. Si el casco comienza a salirse en alguna de las dos maniobras, o el casco es demasiado grande o no está bien ajustadas las correas del cierre.

Aparte de los reposapiés, la Ley de Tráfico señala otro elemento de protección como imprescindible para poder subir a los menores en la moto, el casco homologado y de talla adecuada. Es una temeridad y una ilegalidad ponerle a los niños el casco de un adulto para llevarlo en moto argumentado que sólo hacemos trayectos cortos o recreacionales, como sucede demasiado a menudo.

Usar un casco de un tamaño que no sea el adecuado puede aumentar el riesgo de lesión grave o incluso de muerte en caso de accidente. Al ser más grande, puede soltarse o desprenderse en el momento del siniestro o incrementar el efecto del golpe en la cabeza del niño.

El mercado nos ofrece una amplia gama de cascos infantiles o juniors para moto. Estos tienen las mismas características técnicas que los cascos para adultos y los mismos requerimientos de homologación. En una entrada anterior os explicamos cómo escoger un casco. Podéis extrapolar todo el artículo a los modelos infantiles.

La principal diferencia de un casco infantil respecto de un adulto es su tamaño. Parece obvio, pero no lo es.

La norma 22-05 exige que para homologar un casco para niños la calota debe ser más pequeña que la de adulto.

Para elegir la talla apropiada procederemos a medir con una cinta métrica el contorno de la cabeza del chaval a unos 2,5 cm por encima de sus cejas, y con la medida consultaremos las tallas de cada fabricante, puesto que en el segmento infantil las tallas no están estandarizadas del todo. Si la medida de la cabeza está entre dos tallas, pruébale primero la de mayor tamaño y luego la menor.

Para probarle un casco a un niño, abrid bien las correas y tirad de ellas para encajarle el casco en la cabeza, y aseguraos que la parte superior de su cabeza está en contacto con la parte inferior del casco. Luego comprobad que las almohadillas laterales están en contacto con sus mejillas y que no le queda espacio entre las cejas y la parte inferior del casco. Esto último lo veréis tratando de insertar un dedo dentro. Si veis que no le queda bien ajustado, probadle una talla menos. Otro manera de determinar si le ajusta el casco al niño es poner una mano en cada lado del casco y mientras el mantiene su cabeza lo más inmóvil posible, tratar de hacer girar el casco de izquierda a derecha, y luego de arriba abajo. Si notas que el casco se desliza per la cabeza del niño, significa que le va grande.

Revisa también el sistema de cierre ajustando tanto como sea posible las correas para cerrarlas sin que le hagan daño al niño. Posteriormente, y con el cierre atado, pon las manos en la parte trasera de casco y trata de quitárselo presionado hacia delante. A continuación, pon las manos en la parte frontal del casco, por encima de la visera, y trata de quitárselo haciendo presión hacia atrás. Si el casco comienza a salirse en alguna de las dos maniobras, o el casco es demasiado grande o no está bien ajustadas las correas del cierre.